Hace solo un instante
Al llegar a mi casa me vi salir. Intrigado,
decidí seguirme.
Yo
caminaba muy alegre y con paso seguro. Me seguí con sigilo, pero era obvio que
no me veía. Caminaba por la vereda
silbando, doblé en la esquina, me vi
saludar a un vecino, allí comencé a preocuparme.
Me vi caminando por la vereda, luego
cruzando la calle, yo ya sabía lo que estaría pasando.
En el kiosco compré un atado de
cigarrillos, sonreí al saludar a la vendedora, una chica muy simpática. Vi que
caminaba por esa calle y mi alarma iba creciendo con cada paso que yo daba.
Al
llegar a la esquina de la remisería y doblar por la calle lateral, quise
avisarme. Me alcancé y comencé a tironearme del saco, cada vez con mas desesperación.
Mi
espanto crecía en la medida que nos acercábamos
al edificio de tantos balcones. Mis avisos eran infructuosos, yo no me oía, ni
veía
De
pronto aquel torpe niño empujó esa maceta, que cayó justo en el centro de mi
cabeza, tal como hacia solo unos minutos me había ocurrido.
Publicado por
El Diario de la República
San Luis- 13 de Junio de 2011
Balcón del Municipio de S. Luis |
Como siempre nos espantas con esos finales tan abruptos y tan inesperados.Siempre es un placer leerte.
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